jueves, 27 de septiembre de 2012

Capitulo 4


En mi primer día de universidad demostré mi total incapacidad para ser una persona normal.

Quería ir guapa, a mi manera, pero guapa. Así que decidí ponerme el despertador a las diez, para tener tiempo para arreglarme. Tengo la costumbre de ponérmelo siempre media hora antes, así, me despierto, lo miro y sé que aún  tengo media hora para dormir.

Pero esta vez cuando me sonó media hora antes se me olvidó poner de nuevo el despertador para que sonara a las diez. Me quedé dormida.

Cuando me desperté eran las once y cuarto, como muy tarde tenía que estar saliendo de casa a y media para poder llegar a tiempo.

Me puse lo primero que vi, mis Vans nuevas y salí corriendo.

Llegué a tiempo y con dolor de pies, pero con las prisas no miré donde tenía que ir y no sabía en qué aula 
era la presentación.

Había mucha gente a mí alrededor pero me daba mucha vergüenza preguntar. Y así pasaron los minutos y 
dieron las doce. Ya no podría entrar. Pensé en darme una vuelta para conocer la facultad pero me dolían 
mucho los pies, no había sido buena idea estrenar las Vans ese día.

Volví a la residencia sin prisas, más que nada porque me dolían los pies. Un primer día de clase fantástico.

Espere a ‘C’ para almorzar, me dijo que lo hiciera.

No tardó mucho en llegar toda sonriente. Siempre rebosaba alegría.

- De los mejores días de mi vida- Dijo a modo de saludo.

- Igualito que el mío – Dije con ironía.

Se sentó al lado mía recogiéndose el pelo.

- Pues he estado con Alba casi todo el día, es una chica genial, muy graciosa – Empezó a hablar- ¡Y no 
veas los guapos que son los de un año menos! Uno me ha dado su número, era bastante guapo – No se ni 
como no se ahogaba de hablar tan rápido – Alba dice que parecía bastante interesado en mi… no sé, quizás 
lo invite a la fiesta del viernes… ¡LA FIESTA DEL VIERNES!

- ¿Qué fiesta? ¿De qué viernes? – Pregunté.

- Es el cumpleaños de un amigo de Alba y Liz, y nos han invitado.

Pensé en él inmediatamente. Peor no era posible, su cumpleaños era en Enero… No se me olvidaría nunca 
cuando era su cumpleaños. Quizás eran otros amigos. Claro, tendrían más amigos, obviamente.

- ¡Eh! ‘S’ – ‘C’ había comenzado a llamarme así- ¡Te estoy hablando! ¿¡Vamos a ir verdad!?

- Creo que trabajo…

- ¡No! – Dijo casi gritando- No me puedes dejar ir sola, no conozco a nadie y te necesito.

Puso esa cara de perrito abandonado que le salía tan bien y que según ella le había ayudado a conseguir 
todo lo que quería.

- Trabajo seguro, aunque creo que acabo a las diez – Le dije.

- Bueno es un poco tarde pero algo podremos hacer – Dijo sonriente – Vamos a mi cuarto y te enseño al 
chico, ya lo tengo en Facebook.

La semana paso muy rápido.

Los siguientes días en la universidad fueron mejor. Conocí a algunos compañeros y me hice con la facultad. 
Ya tenía apuntes que pasar a limpio y libros que leer. Iba ser duro sacar buenas notas y trabajar.
‘C’ seguía llamándome ‘S’ por mucho que le dijera que no me gustaba. Pero por lo demás me gustaba ser 
su amiga. Era totalmente contraria a mí. En realidad, no entendía como éramos amigas pero me gustaba hablar con ella y quieras o no era lo único que tenía en Londres.

El viernes llegó de repente. ‘C’ ya lo había preparado todo. Iría a recogerme al trabajo y me maquillaría allí, 
también me elegiría la ropa. Al principio me negué, pero insistió mucho.

Tampoco es que la fiesta me hiciera mucha ilusión pero estaba intentando ser una nueva yo. Ir a una fiesta, 
hacer amigos y maquillarme. Era cambiar algo. Tampoco es que me fuera a convertir ahora en una fiestera 
con mil amigos en Facebook y pestañas postizas, no era mi estilo, pero un pequeño cambio no vendría mal.

Fue el día más lento de mi vida. Supongo que por los nervios. Pero quieras o no el tiempo tenia que pasar, 
así que finalmente fueron las diez y ‘C’ ya estaba esperándome fuera del restaurante.

- Vamos a los baños en un momento – Dijo.

Llevaba  un vestido rojo ceñido y su pelo rubio suelto. Unos taconazos negros y mucho maquillaje.

Entre las dos habíamos elegido un vestido negro de escote de barco y algo de vuelo. Iba en sandalias 
porque me negué en rotundo a llevar tacones, a pesar de que parecería una enana al lado de ‘C’.

El maquillaje, con bastante miedo, se lo deje a ella.

Pero el resultado no estuvo nada mal.

- Me encanta – Le dije mientras me miraba al espejo – Muchas gracias

Apenas me había maquillado los ojos. Solo eyeliner y un poco de sombra perla. Me hacia los ojos más grandes. Los labios me los había maquillado en tonos maquillaje.

- Lo dices con sorpresa… Obviamente sé que tu estilo no es el mío… ¡De nada!- Dijo recogiendo las cosas 
– Y ahora vámonos que quiero llegar ya.

- ¿Avisaste al chico de tu uni? – Le pregunté.

- Paso – Dijo riendo – Allí habrá más.

Nos bajamos en ‘Green Park’ y fuimos andando a la discoteca que estaba bastante cerca.

Había mucha gente en la puerta pero no iban arreglados, lo que me pareció extraño. Además, muchos de 
ellos parecían demasiado mayores para ir de discotecas.

Entramos sin problemas porque estábamos en la lista de invitados.

- Es un favor de Alba – Me dijo ‘C’- Aunque no nos ha podido meter en la parte VIP. Así que ahora le 
avisaré de que estamos aquí para que salga.

Nunca había ido a una discoteca. No quise decírselo a ‘C’ para que no empezara con sus ‘No sabes lo que 
te pierdes’ y ‘¿Cómo es posible?’.

Esta era grande y oscura. Bueno, quizás todas eran así. Había muchísima gente todos arreglados y bailando.

Nos acercamos a la sala VIP a esperar a que Alba y Liz salieran.

- No tengo cobertura aquí – Me dijo ‘C’ – Me voy fuera a mandarles el sms, quédate aquí por si las ves o 
lo que sea, ahora vuelvo

Ni si quiera me dio tiempo a decirle algo. La verdad es que no se me apetecía nada quedarme allí sola. ¿Y ahora que hacia?

Empecé a moverme al ritmo de la música. Seguro que parecía patética. No quitaba la vista de la parte VIP 
por si veía a alguna de las chicas.

Tan pendiente estaba de la parte VIP que no me di cuenta que un chico se acercaba a mi riéndose y con una 
copa en la mano. Copa que fue a parar a mi vestido nuevo.

- ¡Eh! ¡Mira por donde vas! – Dije.

- Si no estuvieras ahí parada sin mirar… – Dijo.

Levanté la vista para ver quién era el semejante idiota que me había tirado la copa encima.

Ni si quiera el maquillaje podría tapar la palidez que tomó mi cara cuando le vi.

- Ahora ya lo entiendo – Dijo con sorna – Hola Sara ¿Qué haces aquí? – Preguntó extrañado - ¿Cómo has 
entrado? ¿Te has colado?

- Me han invitado – Le contesté enfadada – Además para que querría colarme aquí.

- Para verme – Dijo simplemente.

No sabía que contestarle. No se me daban bien esas cosas. Contestar con alguna respuesta sarcástica o 
algo así. Y menos con él.

- ¿Se te ha olvidado hablar? – Dijo riendo – Bueno, adiós Sarita –Odio que me llamen así – Y deja de seguirme.

Mientras se alejaba hacia la parte VIP vinieron a mi cabeza mil contestaciones que le podría haber dado, pero no, yo me quedé como una idiota sin palabras. Y encima no me había pedido perdón por tirarme la copa encima.

- ¿Qué te ha pasado? – Preguntó una voz conocida.

Era Alba, estaba con ‘C’ y las dos miraban la mancha de mi vestido.

- Un idiota- Dije.

- ¿Era guapo? – Preguntó ‘C’

- Para nada – Dije rápidamente.

- Bueno, ¿venís para dentro chicas? He hablado con el chico del cumpleaños y no ha puesto problemas, 
además Liz está dentro… Aunque no es un buen día – Dijo Alba.

Pasamos a la parte VIP sin problemas aunque yo notaba como mi estómago se enrollaba sobre si mismo 
cada vez que daba un paso. La parte VIP era mucho más chicas que la discoteca, con lo cual, las 
probabilidades de verle eran mayores.

Solo de pensarlo mi estómago se enrolló, se desenrolló e hizo breakdance en un segundo ¿Estaba nerviosa 
por verle? Era imposible. Era asco lo que sentía.

Bailamos un rato y nos dieron copas gratis. Yo no era mucho de beber, pero aun así me sintió bien, calmó  
mi estómago.

Alba busco a Liz, quien no tenía cara de muchos amigos, y al chico del cumpleaños, para presentárnoslo. Su 
novio no había ido porque estaba pasando el fin de semana con su familia en su ciudad.

- Este es Niall, el del cumpleaños.

Me sonaba su cara.

- Creo que te quiero – Dijo de repente ‘C’

La miré sorprendida mientras todos reían. Incluido Niall.

- No es la primera vez que me lo dicen – Comentó.

¡Claro! También era del grupo en el que cantaba Zayn ¡Qué fuerte! ¿Y de que lo conocería Alba?

- Osea – Dijo ‘C’ tan normal, ni si quiera en una situación así se ponía colorada – No te quiero, pero es que 
ya sabes, la emoción del momento. Es todo muy ‘Wow’ ¡Mola!

- Me gusta tu reacción – Dijo Niall riendo.

- ¿Dónde está mi rubio cumpleañero?

Y ahí estaba Zayn.

-Míralo, con chicas nuevas y gua… - Paró de hablar al verme, pero me ignoró – guapas.

- Son amigas de Alba y Liz – Dijo Niall presentándonos – Esta es Sara y esta ‘C’ ¿a qué mola su nombre?

- Original – Dijo mirando a ‘C’.

Me jugaba lo que fuera a que ‘C’ estaba poniendo ojitos a Zayn. Era su táctica de ligue.

- Ten cuidado, Sarita – Dijo apenas sin mirarme – Eso engorda.

¡Pum! Y ahí estaba el Zayn que yo conocía. Fue tanta la rabia que me entró por dentro… Tan grandes las ganas de gritarle y pegarle, que casi se me saltan las lágrimas.

Todos le miraban extrañados pero pensaron que había sido un comentario sin más. Pero yo sabía su 
significado de verdad. Y la intención con la que lo había hecho.

- Niall, Zayn – Les llamó una chica de pelo rizado – Harry está encerrado en el baño, bastante borracho.

- ¡Ups! Creo que nos tenemos que ir – Dijo Niall – Un placer, espero volver a veros.

- ¡Adiós ‘C’! – Dijo Zayn.

Niall agarró por el cuello a Zayn y se fueron los dos medio corriendo y gritando ‘¡AMIGOS AL 
RESCATE!’

Seguimos a nuestra bola las dos. ‘C’ ligando con todos los chicos guapos de la discoteca y yo bailando y hablando con Alba. Era muy agradable. Pero después del comentario de Zayn ya no estaba tan animada, y la verdad, es que solo quería irme a casa.

- Parece que se queda con ese – Dijo Alba señalando disimuladamente a ‘C’, quien estaba besando a un chico para nada disimuladamente.

Antes de que pudiera contestarle apareció Liz casi llorando.

- Este niño puede conmigo – Le dijo a Alba – Te necesito.

- Lo siento mucho Sara, tengo que irme – Me dijo – Luego nos vemos, disfruta.

- Lo siento de verdad – Me dijo Liz.

- No os preocupéis, luego os veo.

¿Y ahora que hacia? Pasaba de quedarme allí sola. Pero no quería dejar a ‘C’. Me acerqué a ella.

- Me voy a dar una vuelta – Dije interrumpiéndola –Pero no tardaré mucho en irme.

- Veinte minutos – Dijo casi sin despegar sus labios del chico.

- En veinte minutos en la puerta – Le dije.

Me pareció que asentía. Eso me valió.

Salí de la parte VIP y me dirigí a los baños. Pero justo antes de llegar vi una puerta medio abierta que daba a la parte de fumadores. Hacia bastante frío y no llevaba el abrigo, pero me vendría bien algo de aire fresco.

¡Dios! Más que fresco era helado.

Era la única persona que había en el balcón, normal. Y encima no fumaba. Pero las vistas eran una pasada así que decidí quedarme un rato más.

Me apoyé en la barandilla y contemplé Londres. Esta ciudad en sólo unas semanas me había hecho cambiar, conocer gente nueva, reencontrarme con personas de mi pasado, reír y llorar. Era increíble.

Alguien había decidido salir a fumar. Decidí que ya era hora de irme, no quería que intentara entablar conversación conmigo.

- ¿Otra vez tú? – Esto ya parecía una broma.

- Eso parece – Dijo – Bueno cuéntame ¿Qué tal estas?

¡Pero este niño era tonto! Después de su comentario y de cómo me había tratado pensaba de verdad que iba a estar tan normal e iba a tener una tranquila charla con él.

- Vete a la mierda – Le dije pasando por su lado.

Me agarró del brazo. Mi estómago dio un salto.

- ¿Te has enfadado Sarita? – Dijo. Noté un deje de risa en su voz.

Esto ya era demasiado.

- ¿A qué coño juegas? – Le grité- Esto no va a ser como en el instituto Zayn… ¿Simpático cuando estamos a solas y un gilipollas cuando hay gente? Porque hay que madurar, hay que cambiar, crecer y esas cosas. Yo lo he hecho y creo que tú deberías. Seguro que te va mucho mejor eh.

- La verdad es que creo que no me va nada mal.

- Paso. ¡Suéltame por favor!

Me soltó.

- Espero verte pronto – Escuché que me decía mientras salía del balcón.

Lo odiaba.

sábado, 8 de septiembre de 2012

Capitulo 3


‘Titiri’ ‘Titiri’

¡Mierda el despertador!... espera si es domingo, no había puesto despertador. Alguien me estaba 
llamando…

Me incorpore y cogí el móvil que estaba en la mesilla de noche. Eran mi madre. Se lo cogí sin darme tiempo 
ni a mirar que hora era.

- ¿Si?- dije con voz de dormida.

- ¡Cariño! ¿Cómo estás?, ¿Te he despertado?

Antes de que pudiera contestarle siguió hablando.

- ¡Cuéntamelo todo de tu primer día de trabajo!

Y eso hice. Le conté lo que había hecho y como eran los compañeros. Le conté de que era fiesta y que 
servimos de comida y eso. Obvié lo de la chica y el chico peleándose y demás.

- Con que de una discográfica… ¿Sabes a que me recuerda eso? – Si, lo sabia- El otro día estuve con 
Tricia tomándome un café, ¿te acuerdas de Tricia, no? –Claro que me acordaba era había sido nuestra vecina durante mucho tiempo, se mudaron haría poco más de un año- Pues su hijo, va a sacar un nuevo disco. Ya sé que tú no te has enterado mucho del tema porque estabas en Arica, ¿pero te acuerdas que se presento a ‘The X Factor’ y lo cogieron y le metieron en un grupo y eso, verdad? Pues ya el año pasado sacaron un disco y les fue muy bien y ahora van a por el segundo. No sabes, Tricia esta que no se lo cree… 
A lo mejor era la discográfica suya, ¿sabes?

- Si, bueno, quizás… no se

- Ya sé que no te llevabas muy bien con él en el instituto, pero podía decirle a Tricia que me dé su número, 
seguro que te puede ayudar o algo. Era un buen chico. De pequeños estabais siempre juntos.

- No te preocupes mama ya he hecho una amiga aquí…

- ¿Qué has hecho una amiga? ¡Aish, que bien! ¡Cuenta, cuenta!

Tuve que contarle a mi madre todo lo que sabía sobre ‘C’. La cual, ya le cayó muy bien sin ni siquiera 
conocerla.

Tendría que haberme enfadado con ella por estar tan sumamente contenta de que haya hecho una amiga. 
Pero como así pudimos dejar el tema de Tricia y su hijo, no me queje.

Aunque pensándolo bien, era normal que estuviera tan sorprendida y contenta. Nunca había tenido muchos 
amigos.

Samantha había sido la única amiga que tuve en el instituto. Ella estaba bastante gordita y yo era muy 
delgada así que eso llevo a muchas más burlas. Pero era una chica simpática y pasábamos buenos ratos 
juntas. Hasta que me dejo de hablar.

Siempre andaba preguntándome que hacía para estar tan delgada. Yo le decía la verdad y pensaba que se la 
creía. Pero un día se harto de esa respuesta y me dijo que era una egoísta por no querer contárselo, que le 
dijera mi truco, que si vomitaba o no comía o que, que éramos amigas, que en ella podía confiar. Me enfade 
y le dije que de verdad no hacía nada, era así y punto. No me creyó. Y decidió dejar de hablarme y meterse 
conmigo.

Además, empezó el rumor de que tomaba laxantes y cosas así, para estar tan delgada. Cuando ella sabía 
que era mentira. Mi madre me dijo que todo eso era envidia. Seguramente lo fuera, pero la que lo paso mal 
y se quedo sola de nuevo fui yo.

Por fin, tras hacerme un resumen de todo lo que había hecho en estos cinco días que llevábamos sin hablar 
pude despedirme de ella y colgarle. Finalmente vi la hora, la una y media. Iba siendo hora de almorzar. El 
almuerzo de la residencia era de doce a dos.

Ya apenas había nadie comiendo. Además mucha gente se había dio, a comer fuera o a sus casa a pasar el 
fin de semana. Así que el comedor estaba vacío.

Comí sola y tranquila. Dándole vueltas a todo lo que me había pasado. Sobre todo al hecho de que, ni 
llevando una semana aquí, ya me lo había encontrado. Claro, que por suerte esa sería la primera y última 
vez. Aun así, me sentía muy extraña después de haberlo visto de nuevo, después de tanto tiempo. No sabía 
muy bien que sentía.

- ¡Hola, holita!

‘C’ acababa de llegar y se había sentado enfrente de mí.

- ¿Cómo es la vida de currante? – me pregunto con una sonrisa.

- Bueno de momento bastante bien – le dije

- ¡Qué sosa que eres! Cuéntame más anda – pero antes de poder decirle nada, siguió hablando - ¡Te tengo una sorpresa!

La mire con cara de escéptica.

- Esta noche te llevo a cenar por ahí, ¿Qué me dices? –Y volvió a hacerlo, no me dejo responderle- A ver 
es que me he metido en un programa de ayuda a novatos en la universidad y me ha tocado una chica. Nos 
hemos agregado al Facebook y hemos dicho de quedar antes para conocernos, y así ya hablamos un poco 
antes del primer día de uni. Vamos a ir a cenar a Nando’s y ella se va a llevar a una amiga, así que pensé en 
que te podrías venir, lo pasaremos bien, además yo invito, no te preocupes por eso, venga anda no digas 
que no.

Lo dijo todo de corrido. Apenas pude seguirle.

- Hablas muy rápido – fue mi contestación

- ¿Eso es un sí?

- Dime, ¿Dónde ves tú un ‘si’ en ‘hablas muy rápido’? – dije riendo.

- Yo que sé, tampoco veo un no.

Lo pensé. Mi antigua yo hubiera dicho que no pero era una nueva yo. Y era una oportunidad de conocer a 
gente nueva. Además se veía que ‘C’ no quería ir sola.

- Vale, iré contigo.

- ¡Genial! Hemos quedado a las ocho, paso a tu cuarto sobre las siete y media, es que ahora me tengo que 
ir que estaba hablando con un chico monismo que conocí el otro día – Dijo levantándose de la mesa – Te 
veo luego.

Y ahí me quede yo de nuevo sola en el comedor. Recogí y mi plato y me fui de nuevo a la habitación. Solo 
eran las dos y cuarto y no tenía nada que hacer.

Recogí un poco el cuarto con algo de música de fondo. Leí un rato. Y sobre las seis me empecé a arreglar.

Y me agobie. No sabía que ponerme. Nunca le había dado importancia a eso pero me estaba tomando en 
serio lo de cambiar quería dar buena imagen.

Me depile las cejas y me pinte las uñas, de un verde cacería. Me duche y me puse un vestido marrón, unas 
botas y la chaqueta vaquera.

Eran las siete y cuarto y ya estaba lista. Me mire en el espejo. Bueno, tampoco estaba tan mal.

- Horrible, de verdad – Dijo ‘C’ cuando me vio - ¿Sabes lo que es color?

- Yo también me alegro de verte.

- Es que es verdad, y ese color de uñas debería de estar prohibido… porque vamos tarde, que si no te 
arreglaba un poco.

- ¡Pues a mí me gusta! – dije medio enfadada.

- A ver, no te enfades. Pero es que te podría sacar algo más de partido, así, como yo.

Eso era exactamente lo que ella hacía, pensé. Sacarse partido. Sabía que tenía así que selo dejaba suelto y 
medio ondulado. No iba super maquillada pero si lo suficiente para tener un aspecto de niña buena, acorde totalmente con sus rasgos y para nada con su personalidad. Las uñas las llevaba de un rosa chillón.

Los pantalones de cintura alta le estilizaban. Llevaba unas vans de colores como zapatos y una camiseta corta, básica negra. Iba muy guapa a la vez que casual pero me juagaba cualquier cosa que de casual, el 
look, no tenía nada.

Llegamos con cinco minutos de retraso. Fuimos al Nando’s que había en el Soho, uno de los barrios de 
moda de Londres.

- Mira ahí está la chica – Me dijo ‘C’ señalando a una mesa en la que habían dos chicas, más o menos de 
nuestra edad, sentadas.

Me fije en ellas conforme me acercaba. Eran bastante guapas, las dos. Una parecía simpática, nos esperaba 
con una sonrisa. La otra tenía cara de pocos amigos y de que prefería estar en cualquier otro lado.

- ¿Calipsa, verdad? – Pregunto la chica sonriente, levantándose – Yo soy Alba.

- Por favor, te lo suplico, llámame ‘C’. Odio mi nombre.

No sabía que decir. La otra chica no tenía pinta de que fuera a levantarse. ¿Ahora que me tocaba hacer? 
¿Tenía que decir mi nombre?

- Esta es Sara – Dijo ‘C’ viendo que yo no reaccionaba.

- Encantada – dijo Alba. Le sonreí- Esta, maleducada, es Elizabeth. Pero todo la llamamos Liz, ¿en serio no 
vas ni a levantarte? – dijo girándose hacia ella.

- Vale, vale – se levanto de la silla – Perdón, no está siendo un buen fin de semana y siendo sincera, nos e 
me apetecía venir pero eso no justifica nada. Lo siento.

Ahora que la veía de cerca, me sonaba bastante su cara. Pero no caía de qué.

- No te preocupes ahora con la comida todo se arregla – dijo ‘C’ sentándose en una de las sillas vacías.

Yo me senté en la otra. Yo me ofrecí a ir a la barra a pedir. Todas nos pedimos lo mismos. Pollo butterfly con dos acompañantes. Para mí, al menos, era mi comida favorita de aquí.

Para cuando nos sirvieron la comida, la chica que se llamaba Liz, estaba más contenta. Yo me quedaba a veces mirándola intentando recordar de qué me sonaba.

Hablamos sobre todo de la universidad. Para ellas dos, este, también era su primer año y estaban nerviosas. Además no eran de aquí, eran españolas. Así que también vivían solas, pero ellas compartían un piso. En la universidad, Alba iba a empezar periodismo y Liz relaciones públicas. Eran simpáticas y hacían muchas bromas, como ‘C’. Yo en cambio, apenas hablaba pero me gustaba escucharlas.

- Bueno y ¿qué nombre tiene el gilipollas? – Dijo ‘C’ en los postres – Porque me apuesto a que el culpable de que sea un mal fin de semana es un tío.

¡Qué descarada era!

- Bah, paso – dijo Liz- No merece la pena.

- Eso dices ahora – se quejo Alba – Y luego a mi bien que me rayas.

- ¡Venga! Cuenta – insistió ‘C’ – Que seguro que te podemos ayudar o dar algún consejo o algo.

- Pues nada, un chico con el que estaba – empezó- Ya no estamos, pero tenemos muchos amigos en 
común. Por ejemplo, ella está con su mejor amigo – dijo señalando a Alba – Y lo tengo que ver muy a 
menudo. Lo peor es que no fue una relación larga, para nada, peor fue bastante intensa. Y es imbécil. Fin.

- Y sigues por él – siguió ‘C’ – Es evidente.
- Lo que sea, paso – dijo- Los tíos son gilipollas, me arrepiento del primer beso que le di a uno, ahí empezó todo. Tan chica yo, inocente, no sabía dónde me metía.

Reímos.

- Además de verdad, yo tenía trece años – dijo ‘C’ – Y fue horrible, no sabía qué hacer. Fue en verano.

- Típico - dijo Alba- El mío también fue en la playa donde veraneaba en España, tenía doce, con un chico de mi pandilla.

- El mío fue en el colegio, en Enero. Me acordare toda la vida, también era su primer beso y fue desastroso- 
dijo Liz riendo - ¿Y el tuyo Sara? – me pregunto.

- Eso hija, habla un poco – dijo ‘C’

- Pues… a ver, el mío – Prefería no recordarlo – El mío fue con mi vecino, el verano antes de entrar al 
instituto, y la verdad es que no fue tan malo, lo que pasa que luego él se volvió imbécil.

- ¡Lo ves! – Dijo Liz, dando una palmada – Todos subnormales.

No tardamos mucho en irnos. Al día siguiente empezaba la universidad para todas.

- Te veo mañana – se despidió Alba de ‘C’ – Y a ver si quedamos otro día las cuatro, me lo he pasado bien.

-Eso – añadió Liz – A ver si nos vemos pronto.

En el metro de vuelta ‘C’ no paraba de hablar. Le habían caído muy bien y estaba deseando quedar de nuevo con ellas. Yo, en cambio, seguía dándole vueltas, conocía a Liz de algo, y me daba coraje no acordarme de que.

A ver era de España y este es su primer año aquí, así que la tenía que a ver visto aquí, porque yo nunca he estado en España. Pero aquí solo llevo una semana y tampoco es que haya ido a muchos sitios. Repase todo lo que había hecho desde que llegue. Estaba decidida a acordarme de que la conocía.

¡Ya está!.. Pero no podía ser. Pero si que era. Era la chica de la fiesta. La que se solo en la cocina peleándose con un chico que, ahora me jugaría el cuello, es el exnovio ese del que nos ha hablado.
Pero ¿Qué haría Liz en una fiesta como esa? No tenía pinta de famosa ni de rica ni nada.

Seguí pensando sobre ellos cuando me acosté. Menuda coincidencia.
Justo antes de quedarme dormida me acorde de que él los estaba buscando, a Liz y al chico con el que se peleaba. Ósea que los conocía. Que Liz le conoce.

Londres, una ciudad de más de 12,300,000 habitantes y una extensión de 1,706.8 kilómetros cuadrados, y parecía que todo lo que hacía me llevaba a él..

martes, 4 de septiembre de 2012

Capitulo 2.


Fui prematura. Nací con dos meses de adelanto. Lo que se conoce como sietemesina. Era el segundo intento de mis padres, el primero lo perdieron a causa de un aborto natural, así que cuando nací hicieron todo lo posible para mantenerme con vida.

Pase los dos primero meses de vida en una incubadora enchufada a maquinas que valían mucho dinero. Pero salí adelante, sobreviví. Mi abuela decía que las cosas más pequeñas pueden contener las mayores fuerzas.

Y yo pequeña era un rato. Siempre lo he sido. Al haber nacido antes de tiempo nunca iba a poder pesar o 
medir lo correspondiente para mi edad. Cuando tenía cuatro años, por ejemplo, la gente apenas me echaba tres.

Esto nunca me dio problemas, crecí feliz. Las complicaciones vinieron con el instituto. Las otras chicas eran más altas y esbeltas que yo. Además me desarrolle más tarde, con lo cual, era bajita, muy delgada y sin pecho. Básicamente, el centro de todas las burlas.

Pero todo eso ya paso. Ahora, sigo siendo bastante delgada, pero al menos aparento mi edad y no parezco una enferma. Ya no me da vergüenza decir mi talla y me da igual si a la gente le gusto o no. Aun así mi adolescencia había marcado mi vida, sobre todo a la hora de hacer amigos y conocer gente.

Pero ya iba siendo hora de hacer alguno en Londres. Era solitaria pero de vez en cuando necesito a un amigo.

Este último año había estado muy unida a Tom, pero ya iba a hacer una semana que no sabía nada de él. Se había metido en Facebook, porque había cambiado su estado, pero a mí no me había escrito, ni me había contestado ninguno de mis emails. Eso me cabreaba y me asustaba. Me cabreaba saber que se había conectado y no se había acordado de hablar y me asustaba pensar que se había acordado de mí pero que no había querido contestarme.

Solo de pensarlo me entraban ganas de llorar. Lo que hacía enfadarme conmigo misma, le quería sí, pero también tenía algo de orgullo.

‘Próxima estación Clapham and Juction’. Esto me saco de mis pensamientos. Metí el periódico, que había cogido a las puertas de la estación, en mi mochila y me dispuse a salir del metro. Era viernes, mi último día de entrenamiento en el catering. Hoy vendría la jefa y nos daría unas cuantas reglas para el evento de mañana, también haríamos un simulacro para que ella viera como lo hacíamos y pueda corregirnos, en caso de que lo hagamos mal.

No estaba muy nerviosa. Se me había dado bien el trabajo, tampoco era nada difícil, y tampoco era la mayor oportunidad de mi vida, si lo hacía mal, no se acabaría el mundo.

Cuando llegue fui directamente a los vestuarios y me cambie. Me puse mi blusa negra, mi pantalón y mi mandil. Me quite los pendientes y la pulsera que llevaba puesta, una que me había hecho Mary Jane.

Salí al vestíbulo donde estaban mis otros compañeros y me puse en mí lugar de la fila, esperando a que llegara la jefa, con una sonrisa. Siempre había que estar sonriendo.

La prueba no fue nada del otro mundo. Lo mismo que había estado haciendo durante cinco días. Creo que fue bastante bien porque en ningún momento me corrigieron.

Nos mandaron a cambiarnos y después a reunirnos todos en la sala principal. Supongo que nos darían las indicaciones y el horario del día siguiente puesto que aun no nos habían dicho nada.

No me equivocaba. Nos explicaron que era una fiesta bastante importante. Seria cena y después cóctel acompañado de algo de música. Al parecer la organizaba una discográfica por un nuevo lanzamiento. La verdad es que a mí me daba igual de que se trataba mientras que cobrara me valía.

Justo cuando ya me iba a ir la jefa se acerco a mí. Era una mujer de unos treinta y pocos, bastante joven para ser la dueña de un catering. Era de color y llevaba el pelo recogido en una cola tirante. Parecía una persona seria. Era muy guapa de cerca, con unos rasgos bien definidos.

- ¿Sara, verdad? – me pregunto

- Si señora – conteste. Supongo que debía de saberse los nombres de todos.

- Me gusta como lo haces, estoy contenta contigo… Sí que lo estoy – Eso era bueno, necesitaba el dinero- 
Pero siento decirte que las rastas no están permitidas. No entran dentro de nuestro protocolo de vestimenta, 
así que deberás quitártela… Si no, no te moleste en venir mañana. Lo que sería, por cierto, una pena.

Todo era demasiado bonito para ser verdad y más tratándose de mi. Ya habíamos llegado a un problema, la rasta. Me la tendría que quitar si quería el trabajo. Y lo quería porque necesitaba el dinero. Pero a la vez, significaba tanto para mí.

Seguí dándole vueltas al tema durante todo el camino de vuelta a casa. A veces tenía claro que me la tenía 
que quitar, el trabajo era más importante y además no podía tenerla para siempre, pero luego recordaba todo lo que significaba para mí. Además ¿por qué tendría que cambiar? Si a mí me gusta llevar la rasta porque debería quitármela, que le den al trabajo me buscare otro.

Llegue a la residencia hecha un lio. Me senté en la cama y me obligue a mi misma a tomar una decisión. 
Había que estar a las doce en la sala de la fiesta para prepararlo todo así que no podía alargarlo mucho más.

Mire al corcho de la pared y vi mi foto junto a Tom. La rabia y el miedo que había estado conteniendo vinieron a mí. Quizás yo para el no significaba tanto como él para mí. Pero si era así iba siendo hora de pasar página. ¿Y qué mejor manera de hacerlo que empezando una nueva vida? Nueva ciudad, nuevos estudios, nuevo trabajo. Nueva yo, mejorada. Adiós rasta.

Busque unas tijeras en el cajón y sin pensármelo dos veces la corte de raíz. Mientras la sostenía en mi mano me di cuenta de que no me arrepentía de nada, el año pasado era eso, pasado. Ahora tenía nuevas oportunidades, que no iba a dejar pasar por un recuerdo. Corte de raíz la rasta y corte de raíz todo lo antiguo. Empezaba de cero. Además era el mejor momento para hacerlo, total, en Londres no me conocía nadie. Nadie sabía sobre mi adolescencia, ni las burlas, ni Tom. Podía ser la Sara que quisiera. Nadie excepto él, pero las probabilidades de encontrármelo y que me viera, son una entre un millón.

Justo en ese momento llamaron a mi puerta. El sonido me sobresalto.

- Adelante – dije. No podía imaginar quien podía ser.

- Hola – Era la chica que me ayudo con las maletas el día de mi llegada, la había visto varias veces, pero la 
verdad evitaba el contacto con las demás chicas de la residencia - ¿Sara verdad?

Me hizo gracia, era la segunda vez que me preguntaban eso en menos de una hora.

- Si ¿y tú eres? – le pregunte

- Me llamo Calipsa, pero todo el mundo me llama C.

- Calipsa… - dije

- Si, raro lo sé– sonrió- Estoy algo mala y no he salido y he sabido que estabas aquí así que me preguntaba 
si querías ver una película o algo, ya sabes, pasar el viernes noche sola, no mola mucho.

Para mí, pasar los viernes sola, había sido casi rutina. Pensé en decirle que no, pero entonces recordé que era una nueva yo. Y mi nueva yo necesitaba una amiga en Londres.

- ¡Claro! – le dije

- Vamos a la sala común, que no hay nadie, y podemos verla en la pantalla grande, había pensado en alguna 
tipo comedia, algo no muy pesado.

Sinceramente me daba exactamente igual.

- No me importa la verdad – le dije

- ¿Has visto Zombieland? – me pregunto

- No – Ni si quiera sabia de que iba aunque podía adivinarlo por el nombre.

- ¿No? – Pregunto medio sorprendida- Pues te va a encantar.

Fuimos a la zona común de la residencia y nos sentamos en el sofá. Apenas hablamos durante la película, la cual estuvo bastante bien.

- ¿Te ha gustado?

- Bastante, la verdad – dije y no estaba mintiendo.

- A mí me encanta, la habré visto siete veces al menos.

Me sorprendió no tenía pinta de que le gustaran este tipo de películas, yo la hubiera metido en el montón de 
‘Un paseo para recordar’. La cual me hicieron ver en religión.

- Bueno, y cuéntame, ¿Qué estudias?

- Pues… Voy a  empezar Ciencias Políticas… ¿Y tú?

- Yo estoy en segundo de Periodismo, pero la verdad, es como si estuviera en primero, me han quedado 
muchas – rio

- Así que eres de mi edad…

- ¿Has repetido entonces?

- No, no – dije- Es que me pase un año sabático ayudando en una ONG en África.

- ¡Ala! ¿Qué si? ¡Qué guay! Cuéntamelo todo.

Cuando me fui a acostar eran casi las dos de la mañana algo tarde si a la mañana siguiente quería estar fresca para el trabajo. Pero lo había pasado bien. ‘C’ era simpática. Hablamos sobre todo de mi año en África, realmente parecía que le interesaba, quizás la había juzgado antes de tiempo. Parecía una buena chica.

Me fui contenta a la cama. Mis primeras horas siendo mi nueva yo habían ido genial. Se podría decir que hasta había hecho una amiga.

Me levante tarde. Bastante tarde. Con el tiempo justo de ducharme e irme.

Cuando llegue me asignaron la cocina. Me encargaría de preparar la cena y los tentempiés. Y de fregar platos. Conclusión no vería nada de la fiesta. En parte me daba igual. Pero por otro lado tenía curiosidad. Se notaban que iban a venir gente importante y me hubiera gustado poder echar un vistazo. Bueno seguro que tenía algo de tiempo para dar una vueltecita.

¡Qué ilusa! No tuve no un segundo de respiro. Había mil cosas que hacer y cuando me quise dar cuenta ya eran las siete, hora en la que llegarían los invitados. Ya sí que no podría escaquearme para ver el salón principal. Bueno al menos en cocina iba  a mi aire y no tenia que lidiar con ricos estirados.

Los tentempiés fueron sin problemas, nadie se quejo de la comida, lo mismo en la cena. Todo perfecto y correcto. Los cocteles era lo más fácil, pues de las copas se encargaban otros y la comida solo eran frutos secos y cosas para picar. Así que tocaba fregar platos.

Mis dos compañeros no habían querido tomarse el ‘break’ a su hora. Cosa que no entendía porque llevábamos más de seis horas sin comer. A mí, en cuanto me dijeron que podía descansar y comer algo, me falto tiempo para decir que sí.

Claro que ahora que toca fregar y los dos se han cogido el descanso, lo entiendo todo. Menuda pringada que soy. Bueno iré a mi bola, me tomare mi tiempo. En verdad, fregar, no es para tanto.

En ello estaba cuando alguien abrió de sopetón la puerta de la cocina. Pensé que sería uno de mis compañeros así que no le eche mucha cuenta. Pero los gritos llamaron mi atención.

Justo enfrente mía tenia a un chico de esmoquin y pelo rizado. Lo tenia de espaldas así que no podía verle la cara. Delante de él, de cara a mí, había una chica morena, bastante guapa, en un traje morado y dorado precioso. Estaban discutiendo.

No era asunto mío meterme en la conversación, así que seguí a lo mío sin echarles mucha cuenta, lo cual era bastante difícil porque no dejaban de gritar. Aun poniendo toda mi atención en la mancha de caviar del plato que tenía en las manos no pude dejar de escuchar cosas sueltas.

‘Tú siempre igual Harry, ¿para qué vas a cambiar?’ gritaba la chica.

`En serio, es que no hay quien te entienda` le contesto él.

Tenían toda la pinta de ser unos novios en medio de una pelea. Que típico.

‘¡Mira! ¡Mira¡’ Ella estaba realmente enfadada. ‘Menuda mierda’ añadió. Se le iba a saltar las lágrimas.

Se debió de dar cuenta porque se giro y se metió por la puerta de servicio. Él la siguió, le vi de perfil y me pareció que estaba bastante preocupado. Seguro que la final lo arreglaban.

Yo volví a lo mío.

Pero no pasaron ni dos segundos cuando la puerta se volvió abrir. Pensé que esta vez si que serían mis compañeros, así que ni alcé la vista.

- Perdona, ¿has visto a un chico y una chica por aquí? – pregunto una voz de chico desconocida.

- ¿A los novios? – Dije sin mirar- Se han ido por…

De repente pensé que esa voz no era tan desconocida. Me sonaba. Me sonaba bastante. Así que levante la vista hacia él. Y ahí delante de mí estaba un chico moreno, de grandes ojos castaños. Ojos, a los que yo había mirado antes, mucho tiempo atrás.

- … Por ahí – termine la frase. No me lo podía creer. Con lo grande que era Londres.

- Sí, bueno, no son novios – dijo medio sonriendo-  ¿Te conozco? – me pregunto.

- Ehm… - ¡Pues claro que me conoces gilipollas! Pensé.

- Si… te conozco… - me miro fijamente a los ojos- ¿Sarita?... ¿Sarita la rarita?
¡En serio! Después de todo. Tenía que llamarme por el estúpido apodo.

- Bueno, ahora me llaman Sara, ya sabes, la gente crece – Le dije.

Sonrió.

- Mi madre no me dijo que vivieras en Londres ahora, me dijo algo de África o de América – dijo sin darle importancia – Veo que te va muy bien la vida – dijo mirando con sorna la fila de platos que aun me quedaban por lavar.

- Tan gilipollas como siempre, parece ser que tú no has cambiado nada – le dije con brusquedad- Ahora si me permites tengo que seguir.

-Sí, claro, como no – dijo dirigiéndose hacia la puerta – Un placer volver a verte, rarita.